El 27 de enero de 1945, las tropas soviéticas ingresaron al campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, el mayor de los creados por el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial, y liberaron a más de siete mil prisioneros que -pese a no poder mantenerse en pie por la desnutrición, las enfermedades que los dejaron agónicos- lograron sobrevivir al hacinamiento, las torturas y el trabajo forzado ideado por el régimen de Adolf Hitler, quien puso en práctica con mortífero éxito su “solución final”.
En esos campos de concentración fueron asesinados más de seis millones de judíos en lo que se conoce como el mayor exterminio humano de la historia: el Holocausto. En su memoria, el 1 de noviembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó esa fecha como el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
La toma de conciencia del Holocausto
En la posguerra y en la década de 1950 no hubo una toma de conciencia del hecho mismo del Holocausto. Los judíos eran considerados unas víctimas más de la Segunda Guerra Mundial, por lo que el Holocausto «está poco presente en el debate público, y los propios judíos no intentan introducirlo. Los sobrevivientes a menudo querían hablar, pero no se les escuchaba demasiado…», comenta Michel Wieviorka. Cuando se empieza a hablar en Occidente de la destrucción de los judíos de Europa es en la década de 1960 a raíz del proceso a Adolf Eichmann y es entonces cuando empieza difundirse el término Holocausto, aunque este no alcanzará a todas las capas de la población hasta la emisión en 1978 de la serie televisiva norteamericana Holocausto. Por su parte el término Shoah, utilizado en Israel, no se populariza en Occidente hasta la década de 1980, especialmente tras el estreno en 1985 del monumental documental de Claude Lanzmann Shoah. Después películas —como La lista de Schindler— y libros contribuyen a que el Holocausto esté presente en la conciencia colectiva. Según Michel Wieviorka, la toma de conciencia del Holocausto constituye «un gran escudo, aporta una barrera a toda expresión fuerte de antisemitismo»
Teorías conspirativas y negacionismo
Algunos sectores minoritarios sostienen que la «solución final» no suponía el exterminio de los judíos, sino que era un plan que pretendía deportar a los judíos de Alemania y de los países ocupados y aliados de Alemania, y que a largo plazo suponía la creación de un Estado sionista en la isla de Madagascar (Plan Madagascar), territorio en dominio de Francia y poco poblado en esos momentos
Sin embargo, de acuerdo a la versión mayoritaria con respecto al Holocausto, los términos «evacuación», «desplazamiento», «emigración», «reinstalación», etc. eran palabras clave para ocultar la masacre.
Éstas y otras razones son esgrimidas por los negacionistas del holocausto, quienes niegan la existencia de Holocausto, llegando a afirmar que se trata de un medio propagandístico del sionismo y de una supuesta conspiración judía.
Basándose en supuestas investigaciones posteriores a la guerra, afirman que la cifra de judíos muertos en los campos de concentración nazi no es tan elevada, y que todo sería un complot para evitar a toda costa el resurgimiento nacionalsocialista.
La persecución y el genocidio se llevó a cabo por etapas. Las leyes de Núremberg fueron promulgadas años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Los campos de concentración nazis fueron creados como lugares donde los reclusos eran utilizados como mano de obra esclava hasta que morían por agotamiento o enfermedad. Allí donde la Alemania Nazi conquistaba nuevos territorios al este de Europa, escuadrones especializados llamados Einsatzgruppen asesinaban judíos y oponentes políticos en fusilamientos masivos. Los judíos y los gitanos fueron encerrados en guetos antes de ser transportados por centenas o millares en trenes de carga hacia campos de exterminio donde, si sobrevivían al viaje, la mayoría de ellos era asesinada en cámaras de gas. Todo el aparato burocrático alemán estuvo involucrado en la logística del asesinato masivo, convirtiendo al país en lo que un académico ha llamado «un Estado genocida»
(Infobae & Wikipedia)